jueves, 18 de octubre de 2012

La relación entre Lola y yo.

 Mi yegua se llama Lola, y cómo ya he contado anteriormente me la regalaron mis padres cuando yo tenía once años. Cuando  me la trajeron esta muy delgada y llena de heridas, tenía la mirada triste y no confiaba en las personas, pero según fueron pasando los días fue engordando y confiando en nosotros.




















    Lola es un yegua torda, aunque ya es de color blanco completamente. La gente dice que es más arisca que otros caballos, pero no es verdad, lo que pasa es que sólo se deja acariciar por las personas que conoce bien y que la cuidan. Solo la monto yo porque no es una yegua que la pueda montar cualquier persona porque tiene su carácter y la gusta que la traten bien y cuando nota que el jinete que lleva encima no sabe montar se pone nerviosa y se comporta mal.

    Es una yegua muy lista porque sabe cuando la gente está triste o contenta, además de por intuición que tienen todos los caballos. Cuando me siento sola me voy a verla y la cuento mis problemas y aunque la gente piense que es mentira o no se lo crea, ella me entiende y me da con la cabeza para que la acaricie. Creo que nuestra relación es muy buena ya que nosotros la hemos cuidado como se debe.

   Todos los días cuando oye el ruido del motor del coche de mis padres empieza a relinchar y yo desde mi casa la llamo y ella me relincha otra vez para que vaya a verla. Cuando voy a verla siempre tengo que darla alguna manzana, zanahorias, pan o azucarillos porque sino, no para de darte con la cabeza hasta que se lo das.

    Cuando salimos a montar con más gente del pueblo ella siempre tiene que ir la primera porque la gusta mandar y dirigir a los demás. Cuando pasamos entre árboles ella se agacha y los esquiva mientras que los demás caballos pasan cerca y se arañan.

   Aunque es una yegua normal y corriente que no es pura raza ni compite, ni viene de yeguadas, yo la quiero como es y no me importa que no sea el cabalo más bonito del mundo. Cuando sea mayor y Lola sea vieja ya tendré tiempo y dinero de comprarme otro caballo.

NO son simplemente caballos.


martes, 9 de octubre de 2012

Cómo empezó mi pasión por los caballos.

    No recuerdo cuando ni donde empezaron mis sentimientos hacia los animales. Recuerdo que cuando era pequeña me gustaba ir al zoo con mis padres a ver a los animales y a echarlos de comer. Mis padres me han contado muchas veces que desde que aprendí a hablar y me preguntaban que quería por mi cumpleaños o que les pediría a los "Reyes Magos" yo siempre les pedía un caballo.

    Cuando tenía once años mis padres me apuntaron a clases de equitación por primera vez. La verdad es que aprendí muy rápido a sujetarme encima del caballo, pero había una cosa que me daba mucho miedo, galopar, tenía pánico cuando la profesora me mandaba galopar y yo no podía. 



    



















       Pero un viernes noté a mis padres muy nerviosos cuando llegué a mi pueblo después de las clases de equitación. Mis padres me pidieron muy impacientes que les acompañara a una parcela que tenemos cerca de nuestra casita. Cuando llegamos me dieron la gran sorpresa de mi vida, me habían comprado un caballo. En ese momento pensé que me habían engañado durante varios meses, porque yo pensaba que en esa parcela mi padre iba a meter gallinas .Al día siguiente de que mis padres me dieran mi regalo yo fui contando a toda la gente que me encontraba por el camino que mis padres me habían regalado un caballo. Fue el fin de semana más felíz de mi vida. A partir de entonces no he dejado de montar a caballo, y no lo dejaría por nada del mundo. Aprendí a galopar yo sola montando a mi yegua blanca el primer día que la monté. A partir de entonces no he dejado de galopar con ella. 



    

    

Anatomía del caballo.


Porte.

   La altura de los caballos, como en los demás cuadrúpedos, se mide hasta la cruz, es decir el punto donde se une el cuello con la espalda en el caballo. Se elige como referencia este punto por ser una altura estable que no puede subir o bajar como la cabeza o el cuello.

    El tamaño de los caballos varía considerablemente entre las distintas razas, y también está influido por la nutrición. Según su porte las razas de caballo suelen dividirse en tres grupos:
  • pesados o de tiro;
  • ligeros o de silla;
  • ponis y razas miniatura.

    La altura de los caballos de silla o ligeros suele oscilar entre 142 y 163 cm y su peso oscila entre 380 y 550 kilogramos. Los caballos de silla más grandes tienen una altura a partir de 157 cm y llegan hasta 173 cm, pesando alrededor de 500 a 600 kg. Las razas de tiro o pesadas miden generalmente de 163 a 183 cm y pueden pesar entre 700 y 1000 kg.

    El ejemplar de caballo más grande registrado en la historia se llamaba Mammoth, probablemente era un shire, que nació en 1848. Medía 220 cm y se estima que llegó a pesar 1500 kg. El caballo que actualmente ostenta la marca de menor altura se llama Thumbelina, es una yegua miniatura adulta afectada de enanismo. Mide 43 cm de alto y pesa 27 kg.

Ponis.

    Se denominan ponis a muchas razas de caballo de pequeño porte, aunque el baremo varía ligeramente según los lugares. El límite que establecen generalmente los países que usan el sistema anglosajón de unidades para considerar a un caballo como un poni es que no supere 147 cm de altura en la edad adulta; aunque en

    Australia el tope es de 142 cm. La Federación Ecuestre Internacional, que usa el sistema métrico, establece la altura de corte entre caballos y ponis en 148 cm sin herraduras y 149 cm con herraduras. Algunas razas que producen individuos tanto por encima como por debajo del límite no son consideradas ponis a pesar de su altura. En cambio algunas razas de ponis pueden producir individuos que sobrepasen el límite sin perder la denominación de poni.

     La diferencia entre ponis y caballos no es simplemente de altura, sino también de fenotipo, conformación o apariencia, además de temperamento. A menudo los ponis presentan pelaje más denso en crines, colas y cubierta en general. Además tienen patas proporcionalmente más cortas, con cuerpos más robustos, huesos más pesados, cuellos más cortos y cabezas cortas con amplias frentes. Suelen tener temperamentos calmados. De hecho, la talla por sí misma no es un factor determinante para la definición de un caballo como poni: mientras que el poni de Shetland tiene una media que sobrepasa los 102 cm, los Falabella y otros caballos miniatura, que no sobrepasan los 86.4 cm (la talla de un perro grande) no son considerados ponis en sus respectivos estándares genealógicos.


Estructura ósea.


     Un caballo tiene 205 huesos. Su columna vertebral está compuesta por 51 vértebras. Una diferencia importante entre el esqueleto del caballo y el del humano es que aquel carece de clavículas, los miembros anteriores se unen a la columna mediante poderosos músculos, tendones y ligamentos que sujetan las escápulas. Las patas y los cascos de los caballos también son estructuras únicas. La disposición y proporciones de los huesos de sus patas son muy diferentes a las de los humanos. Por ejemplo, la parte del cuerpo llamada «rodilla» en los caballos en realidad está formada por los huesos del carpo, que se corresponden con la muñeca humana. Mientras que el corvejón contiene huesos equivalentes al tobillo humano. Los huesos inferiores de la pata del caballo se corresponden con los huesos de la mano o el pie humanos, y los denominados menudillos del caballo son los huesos sesamoides entre la caña (un único hueso equivalente al metacarpo) y las falanges proximales de los dedos, es decir los nudillos humanos. En las extremidades delanteras, el cúbito y radio se han fusionado dando lugar a un único hueso, al igual que ha sucedido con la tibia y el peroné lo que impide que pueda girar lateralmente las manos y pies.
Además un caballo no tiene músculos en sus patas por debajo de las rodillas y corvejones, sólo tiene piel, tendones, ligamentos, cartílago y huesos, y un tejido córneo especializado para absorber impactos que forma los cascos. Todas estas diferencias son adaptaciones de sus extremidades a la carrera, como la reducción del número de dedos de las extremidades a uno solo rodeado de un material córneo llamado casco.

    Los huesos de la cabeza del caballo son largos y los de la cara tienen el doble de longitud que los del cráneo. La mandíbula también es larga y posee una superficie ancha y aplanada en la parte inferior de la zona posterior.


Cascos.


    Los cascos son fundamentales para la estructura de las patas de los caballos. Los cascos de los caballos en las falanges distales, el equivalente a las puntas de los dedos en los humanos, en el interior están recubiertas de cartílago y otros tejidos blandos especializados ricos en sangre como el tejido laminar. El exterior de los cascos está formado por un tejido córneo similar al de las uñas de los humanos.
El resultado final es que un caballo que pesa una media de 500 kg es capaz de desplazarse sobre los mismos huesos que cuando un humano va de puntillas. La razón por la que a los caballos se les ponen herraduras es que en cautividad desgastan más rápidamente los cascos, por la dureza del pavimento y por el sobrepeso que llevan, que en libertad desplazándose por la tierra.


    Los cascos crecen continuamente y en estado natural se desgastan solos, pero necesitan ser recortados cada cinco o seis semanas en los caballos herrados.

Dientes.

    Los caballos han adaptado sus dientes para pastar hierba. Los caballos tienen un mínimo de 36 dientes (12 incisivos y 24 molares). Un caballo adulto tiene 12 incisivos, adaptados para morder y arrancar la hierba y demás vegetación, en la parte frontal de la boca. Tienen 24 dientes adaptados a masticar, los premolares y molares, en la parte posterior de la boca. Los machos adultos tienen cuatro dientes adicionales justo tras los incisivos denominados «colmillos» y que no les saldrán hasta que tengan 4 o 5 años de edad. Algunos caballos, tanto machos como hembras pueden desarrollar de uno a cuatro dientes vestigiales muy pequeños delante de los molares, que generalmente se les quitan porque pueden interferir con el bocado. Este espacio entre incisivos y premolares está vacío y es donde se coloca el bocado del arreo del caballo.

    Los dientes de los caballos continúan creciendo durante la mayoría de su vida para que puedan pastar correctamente. Los incisivos presentan distintos patrones de crecimiento y desgaste según las edades de los caballos, además del ángulo que presentan las superficies de mordedura, por lo que pueden ser utilizados para medir de forma aproximada la edad del caballo, aunque la dieta y los cuidados a los que son sometidos varían notablemente en las tasas de desgaste.

Aparato digestivo.

    Los caballos son herbívoros con un aparato digestivo adaptado a consumir una dieta de hierba y otros materiales vegetales durante la mayor parte del día. En comparación con los humanos tienen un estómago relativamente menor pero unos intestinos mucho más largos que permiten un flujo continuo de nutrientes. Un caballo de 450 kg come entre 7 y 11 kg de comida diariamente, y en condiciones normales bebe de 38 a 45 litros de agua.

     Los caballos no son rumiantes, por lo que sólo tienen una cavidad en su estómago, a diferencia de las vacas o las ovejas que tienen cuatro cavidades. Pueden digerir la celulosa de la hierba gracias a que poseen un ciego muy desarrollado, por el que la comida pasa antes de llegar al intestino grueso. A diferencia de los humanos los caballos no pueden vomitar, por eso los problemas digestivos pueden provocarlos cólicos que les pueden ocasionar la muerte.

lunes, 8 de octubre de 2012

Introducción al mundo del caballo.



EL CABALLO.


seguros de animales de compañía

El caballo (Equus ferus caballus) es un mamífero perisodáctilo de la familia de los équidos, herbívoro,  cuadrúpedo y de cuello largo y arqueado.

      A la hembra del caballo se le llama yegua y a las crías, potros o potrillos si son machos y potrancas si son hembras.

      La cría y utilización del caballo por parte del hombre se conoce como ganadería equina o caballar, y su domesticación se remonta a unos 3600 años a. C. en la región de Kazajistán. 



Biología y comportamiento.

      En la naturaleza los caballos son presas de los depredadores y por ello tienen fuertes instintos de huida y defensa. Su primera reacción ante una amenaza es asustarse y huir pero también son capaces de defenderse cuando no pueden escapar o cuando se amenaza a sus crías. Suelen ser curiosos, y cuando se asustan suelen investigar un instante sobre la causa de su miedo y no siempre huyen al descubrir que hay peligro.

      La mayoría de las razas de silla se han desarrollado por su velocidad, agilidad, resistencia y estado de alerta; cualidades naturales que provienen de sus ancestros salvajes. Aunque por la cría selectiva algunas razas son más dóciles, en especial los caballos de tiro. Los caballos son animales de manada, con jerarquías claras, liderados por un animal dominante (generalmente una yegua). Por lo tanto son animales sociales que establecen vínculos de unión con individuos de su propia especie y con otros animales, incluidos los humanos.

      Se pueden comunicar de varias formas, con vocalizaciones y relinchos de varios tonos, mediante el acicalado mutuo  y el lenguaje corporal. Muchos caballos son difíciles de manejar si se separan del grupo, pero con entrenamiento, aprenden a aceptar la compañía humana, y así se sienten a gusto separados de otros caballos.

     Cuando son encerrados sin compañía, y sin recibir ejercicio y estimulación adecuada pueden desarrollar lo que se llama vicios de establo, varios malos hábitos de origen psicológico, entre los que se incluye la masticación de las maderas, dar coces a las paredes, andar hacia delante y atrás entre otros problemas.

Patrones de sueño.

     Los caballos son capaces de dormir tanto de pie como tumbados. Los caballos pueden echar un sueño ligero de pie, debido a que pueden bloquear la articulación de la babilla sin tener que sostener su peso con los músculos, aunque necesitan tumbarse para alcanzar el sueño profundo, el estado REM . Los caballos duermen mejor cuando están en grupo debido a su tendencia natural de hacer turnos y que siempre haya alguno haciendo guardia por si apareciera un depredador. Un caballo que está solo no dormirá bien ya que su instinto le hace permanecer alerta ante cualquier posible peligro.

     Al contrario que los humanos los caballos no duermen de forma continua, sino dividiendo el periodo de sueño en pequeños bloques. Los caballos descansan de pie de cuatro a quince horas diarias, aunque sólo se echarán a dormir durante unos pocos minutos varias veces durante ese periodo.

      El tiempo total de sueño en un periodo de 24 horas puede oscilar entre varios minutos a un par de horas,  la mayoría en intervalos cortos de unos 15 minutos cada uno. Aunque sólo necesitan tumbarse una o dos horas cada pocos días para alcanzar sus requerimientos de sueño REM mínimo. Si no se permite a un caballo tumbarse, tras varios días mostrará síntomas de sueño, y en algunos casos raros puede caerse mientras entra involuntariamente en el sueño REM estando de pie.


jueves, 4 de octubre de 2012